Camino de Santiago

En nuestra sociedad está muy de moda andar, viajar, recorrer caminos, hacer senderismo… Y se hace por muchos motivos: salud, cultura… Todos manifiestan las ventajas de todas estas actividades.

Pero hay caminos que tienen un sentido especial, sobre todo, religioso. Son los que se dirigen a santuarios dedicados a la Virgen o algún santo.

Mas podemos afirmar que ninguno tiene la importancia y el relieve universal que tiene el llamado “Camino de Santiago”. Es un Camino de gran tradición histórica que han recorrido millones de peregrinos de todas las culturas y religiones y que siempre estuvo impregnado de un profundo sentido religioso. Un Camino que tiene como meta llegar a Compostela y visitar la Tumba del Apóstol Santiago.

Oraciones para el Camino

Oración en el inicio del Camino

Al comenzar el camino hacia tu sepulcro me dirijo a ti, Apóstol Santiago, amigo del Señor Jesús, para pedirte tu ayuda y protección. Tú escuchaste la llamada de Jesús, le seguiste fielmente e hiciste de sus enseñanzas el camino de tu vida. Tú, siguiendo el mandato de Jesús, llegaste hasta las tierras de Compostela para dar testimonio de la Buena Nueva del Evangelio. Tú fuiste el primero en dar la vida por anunciar a todos que el Señor murió por nosotros y resucitó, abriéndonos así el Camino hacia la verdadera felicidad.

Ayúdame en el Camino que voy a iniciar hasta tu sepulcro. Protégeme de todo peligro y haz que llegue a postrarme hasta tu tumba, para hacer con sinceridad la profesión de fe y unirme contigo en un cariñoso abrazo. Ayúdame, patrono querido, a que el fin del Camino sea para mí el comienzo de una nueva vida.

Amén.

Oración al terminar el Camino

¡Padre Dios! Un día empecé la peregrinación con ánimo e ilusión. En ella he descubierto muchas cosas a nivel humano y religioso. Ahora he finalizado el Camino y he llegado a Compostela, meta de mi peregrinación. Te pido que aquí, junto al sepulcro del Apóstol, sepa agradecerte tantos favores recibidos, confiese públicamente mi fe en Jesucristo, renueve mi corazón con el Sacramento de la Penitencia y la recepción de la Eucaristía. Así habré cumplido mi sueño de peregrino y me sentiré en paz. Te lo suplico por la Pasión, Muerte y Resurrección de tu Hijo Jesucristo y la intercesión de María y el Apóstol Santiago.

Amén.

Peregrinación en 15 Etapas

Etapa 1

¡Ponte en Camino!


Tú te has decidido a recorrer el Camino de Santiago. Has dejado por unos días tus ocupaciones habituales, tu trabajo, tu familia, tus relaciones diarias. Emprendes un camino, en muchos aspectos, desconocido. Quizá has hecho tus preparativos, pero no sabes lo que te podrás encontrar: sol, lluvia, frío, cansancio… Peregrinar es salir, dejar un lugar para dirigirse a otro. Ése es el espíritu del peregrino. Sales de tu casa para dirigirte a Compostela. Y lo haces convencido de que vale la pena y estás dispuesto a todo. ¡Levanta el ánimo y ponte en camino!


Lectura Bíblica - Génesis 12, 1-6

Yavé dijo a Abram:

"Deja tu país, a los de tu raza y a la familia de tu padre, y anda a la tierra que yo te mostraré. Haré de ti una gran nación y te bendeciré; voy a engrandecer tu nombre, y tú serás una bendición.

Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan. En ti serán bendecidas todas las razas de la tierra".

Partió Abram, tal como se lo había dicho Yavé, y Lot se fue también con él. Abram tenía setenta y cinco años de edad cuando salió de Jarán. Abram tomó a su esposa Saray y a Lot, hijo de su hermano, con toda la fortuna que había acumulado y el personal que había adquirido en Jarán, y se pusieron en marcha hacia la tierra de Canaán.

Entraron en Canaán, y Abram atravesó el país hasta llegar al lugar sagrado de Siquem, al árbol de Moré. En aquel tiempo los cananeos ocupaban el país.


Comentario

Abram vivía tranquilo en su tierra con su familia. El Señor le llama para que deje su tierra y sus posesiones y le invita a iniciar un camino incierto. Abram responde con generosidad y con la esperanza puesta en la promesa de Dios. Por su fidelidad, el Señor le colmó de muchos dones y le hizo padre de un gran pueblo.


Testimonio del Apóstol Santiago

El Apóstol dejó su casa y su familia de Palestina y se puso en camino para anunciar el Evangelio de Jesús en las lejanas tierras de Compostela. Sintió que el Señor le llamaba y le enviaba. Él, lleno de generosidad, no dudó en emprender un viaje en el que encontró muchas dificultades. Pero todo le parecía poco con tal de agradar al Señor.


Para reflexionar


a) ¿Qué te ha llevado a emprender el Camino? ¿Qué pretendes alcanzar? ¿Con qué actitudes lo empiezas? ¿ A qué estás dispuesto?


b) ¿Qué te sugiere la experiencia vivida por Abram? ¿Qué enseñanzas puede tener para tu vida?


c) ¿Crees que, a veces, vale la pena dejar cosas para alcanzar metas mejores? ¿Qué cosas o actitudes tendrías que dejar porque son un estorbo para alcanzar una vida más auténtica?


Oración


¡Padre Dios! Muchas veces me encuentro atado a cosas que me impiden salir de mí mismo y que mi vida sea más auténtica. Te pido que durante este Camino que comienzo ahora me ayudes a ponerme en disponibilidad para lo que Tú quieras pedirme. Te lo suplico por la Pasión, Muerte y Resurrección de tu Hijo Jesucristo y la intercesión de María y el Apóstol Santiago.

Amén.


Etapa 2

En busca de lo esencial.


Vivimos en una sociedad dominada por la prisa y la superficialidad. Las necesidades de la vida: atender la familia, asistir al trabajo o tratar de encontrarlo, desplazamientos largos, buscar espacios de diversión… nos ocupan de tal manera que marcan, muchas veces, un ritmo de vida trepidante que no deja momentos para el sosiego y la tranquilidad personal.


Esta situación nos impide pararnos y reflexionar sobre los aspectos verdaderamente importantes en la vida y lleva a muchas personas a dejarse llevar por lo cómodo y superficial, por no pensar y entregarse a metas ilusorias que le hagan olvidar los problemas y dificultades de la vida. Todo esto produce, en muchas personas, una sensación de vacío y hasta un hastío de la vida.


Es necesario superar esa superficialidad y realizar un viaje hacia el interior de uno mismo para encontrar auténticas respuestas a las grandes preguntas: ¿Qué sentido tiene mi vida, qué es lo verdaderamente importante en mi vida, en qué cosas tengo puesto mi corazón?


Lectura Bíblica - Lucas 12, 16-21

Les propuso Jesús esta parábola: Las tierras de un hombre dieron una gran cosecha. Él se dijo ¿Qué haré, que no tengo dónde meter toda la cosecha? Y dijo: derribaré los graneros y construiré otros mayores. Después me diré: querido, tienes acumulados muchos bienes para muchos años; descansa, come y bebe, disfruta. Pero Dios le dijo: ¡Necio! esta noche te reclamarán la vida. Lo que has preparado ¿para quién será? Pues lo mismo es el que acumula para sí y no es rico para Dios”


Lectura Bíblica - Marcos 8, 36-37

“Pues ¿de qué le sirve a uno ganar todo el mundo, si pierde su vida? ¿Qué precio pagará el hombre por su vida?


Comentario

Muchas veces en la vida nos preocupamos de cosas que, sin duda, son importantes: trabajo, dinero, bienes materiales. Pero el peligro es obsesionarse por todo eso de una manera excesiva y, para algunos, casi el único objetivo de toda la vida. Y esto a costa de dejar o abandonar otros objetivos verdaderamente importantes en la vida. Se colman aspiraciones externas y puede quedar uno vacío por dentro.


Testimonio del Apóstol Santiago

El Apóstol era un buen pescador, tenía su propio barco. Seguramente tenía una posición económica bastante buena. Sin embargo cuando escuchó la propuesta de Jesús: “Te haré pescador de hombres” se dio cuenta de que todo lo que tenía y hacía era menos importante que lo que Jesús le pedía. Lo dejó todo y se dedicó a colaborar en el anuncio del evangelio.


Para reflexionar


a) Las tareas diarias, muchas veces, nos absorben, ¿te satisface eso en tu interior? ¿Te sientes satisfecho de tu forma de vivir?


b) ¿Qué es lo verdaderamente fundamental hoy en tu vida? ¿En qué tienes puesto, de verdad, tu corazón?


c) ¿Te has planteado qué rumbo seguir en el camino de tu vida?


Oración


¡Padre Dios! Muchas veces mi vida está llena de cosas que creo importantes pero que no lo son tanto y olvido otras que sí son más valiosas. Te pido que este Camino que estoy recorriendo me ayude a descubrir aquello que puede darme la auténtica felicidad. Te lo suplico por la Pasión, Muerte y Resurrección de tu Hijo Jesucristo y la intercesión de María y el Apóstol Santiago.

Amén.


Etapa 3

Entra en tu interior, en el silencio del Camino.


Vivimos en medio de ruidos que nos aturden y distraen. Durante el día estamos ocupados en mil cosas, en un activismo febril que nos impide o dificulta pararnos a pensar entrando dentro de nosotros mismos: desplazamientos largos, prisas en el trabajo, ruidos por las calles.


Tenemos tantas cosas que hacer que, al final, siempre decimos lo mismo: “no tengo tiempo para nada” y cuando lo tenemos lo “llenamos” de más ruidos en los bares y discotecas o lo “matamos” sentados delante del televisor.


Es muy importante en la vida, saber “pararse”, “hacer silencio”, “aislarse” y dedicar algún tiempo a pensar en uno mismo, entrar en el interior, encontrarse sinceramente a solas con lo que hay en el fondo de nuestro corazón: deseos, preocupaciones, fracasos, esperanzas…


En este día de camino podrías aprovecharlo para caminar algún rato solo y en silencio tratando de buscar lo que hay en tu interior.


Lectura Bíblica - Juan 4, 5-15

Llegó, pues, a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca del terreno que Jacob dio a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaría a sacar agua. Jesús le dice: Dame de beber. Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida. La mujer samaritana le dice a Jesús: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana? (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos). Jesús le respondió: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”; tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva. Le dice la mujer: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados? Jesús le respondió: Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en su interior en fuente de agua que brota para la vida eterna. Le dice la mujer: Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla”.


Comentario

La samaritana tenía una vida muy dispersa, había tenido muchos maridos y con quien vivía ahora no lo era. En medio de todo esto no estaba satisfecha en su vida interior. Jesús, a través del símbolo de la sed de agua, le hace comprender su vacío y la ofrece una “agua nueva” capaz de llenarle interiormente saciando sus auténticas aspiraciones de la vida.


Testimonio del Apóstol Santiago

El Apóstol Santiago siguió a Jesús con fidelidad. Nunca le pesó dejar lo que tenía. Poco a poco fue descubriendo que lo que Jesús ofrecía se convertía en su interior en algo valioso, esencial. La amistad con Jesús compensaba haber dejado todo lo anterior de su vida. Su corazón se sentía plenamente satisfecho. Era como una vida nueva que surgía dentro de él.


Para reflexionar


a) Si en el silencio de tu caminar escuchas tu interior... ¿Qué oyes dentro de ti? ¿Qué descubres de positivo y negativo? ¿Estás contento contigo mismo?


b) En el diálogo de Jesús con la samaritana: ¿Qué busca la samaritana? ¿Qué le ofrece Jesús? Dialoga tú con Jesús: ¿Qué te diría sobre ti mismo? ¿Qué le dices tú a Él?


c) ¿Qué significaría en tu vida esa “agua viva” que Jesús ofrece a la samaritana y que le hace cambiar de vida?


Oración


¡Padre Dios! Tú me conoces por dentro y sabes que, muchas veces, no me siento contento conmigo mismo. Siento un vacío interior que muchas cosas no son capaces de llenar. Te pido que este Camino que estoy haciendo me ayude a encontrar esa agua viva que colme mi corazón de paz interior. Te lo suplico por la Pasión, Muerte y Resurrección de tu Hijo Jesucristo y la intercesión de María y el Apóstol Santiago.

Amén.


Etapa 4

Las dificultades del Camino.


La vida humana es, sin duda, una peregrinación: tiene un inicio y un término. En el trayecto vamos experimentando muchas cosas positivas pero también sufriendo múltiples dificultades. En tu experiencia de recorrer el Camino de Santiago, seguramente estás teniendo días y momentos de gozo y alegría. Pero no faltarán también situaciones adversas.

Seguramente encontrarás días de sol ardiente y lluvias intensas; pies cansados y doloridos; hambre y sed; llanos que no se acaban y agrestes montañas; sueño y escaso descanso; ilusiones del comienzo que poco a poco se pueden ir perdiendo.

Es entonces cuando el Camino, como la vida, plantea problemas y dificultades que exigen nuevos retos. Es el momento en que surge la gran disyuntiva: ¿sigo o lo dejo? ¿valió la pena iniciar el Camino? Pero todo esto también propicia la ocasión de renovar las motivaciones, depurar actitudes, consolidar esperanzas.

Y, sobre todo, es importante pensar en la meta: llegar al sepulcro del Apóstol Santiago. Ese objetivo es el que da la ilusión y la fuerza necesaria para cumplir la promesa hecha al comienzo del Camino.


Lectura Bíblica - Marcos 8, 31

“Y Jesús empezó a explicarles que tenía que padecer mucho, ser reprobado por los senadores, los sumos sacerdotes y los letrados, sufrir la muerte; pero al cabo de tres días resucitaría”.


Lectura Bíblica - Romanos 8, 38-39

“Estoy persuadido de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni potestades, ni presente ni futuro, ni poderes, ni altura ni hondura, ni criatura alguna nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro”.


Lectura Bíblica - Juan 6, 66-68

“Desde entonces muchos de sus discípulos se echaban atrás y ya no andaban con Él. Jesús les dijo a los doce: ¿también vosotros queréis marcharos? Pedro dijo: Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna”.


Comentario

Todos en la vida tenemos buenos deseos y hacemos grandes proyectos. Pero después la vida está llena de dificultades. Sabemos lo que queremos pero, muchas veces, nos encontramos con nuestra debilidad y no somos capaces de realizar esos proyectos.

En la vida cristiana y en el seguimiento de Cristo también hacemos buenos propósitos y compromisos. Sin embargo, pronto experimentamos que realizar eso cada día supone esfuerzo y constancia. Entonces corremos el peligro de que nuestra vida cristiana se debilite y apague.

Jesús nos invita a mantenernos fieles y a confiar en Él. Si estamos bien unidos a Cristo y nos apoyamos en Él seremos capaces de vencer todas las dificultades y nadie nos separará de nuestro amor a Él.


Testimonio del Apóstol Santiago

El Apóstol Santiago fue fiel a Jesús. Es cierto que, algunas veces, las palabras de Jesús le resultaban duras y un poco incomprensibles. Pero, a pesar de todo, nunca dudó de Jesús. Escuchando su palabra, las dificultades carecían de importancia, viendo su forma de actuar comprendía que valía la pena estar a su lado, seguirle y colaborar con Él. Cada vez más se iba convenciendo que nada podía separarle de aquél por quien lo había dejado todo.


Para reflexionar


a) ¿Estás encontrando dificultades en el caminar de tu peregrinación? ¿Cómo las afrontas? ¿Qué te está ayudando a superarlas?


b) Piensa en el caminar de tu vida diaria... ¿Qué dificultades encuentras? ¿Qué te ayuda a superarlas?


c) A la hora de vivir tu vida cristiana: ¿Qué dificultades encuentras? ¿Te han llevado a abandonar tus prácticas religiosas? ¿Estás dispuesto a superar esa situación?


Oración


¡Padre Dios! Tú sabes las dificultades que encuentro en mi vida como persona y como cristiano que me impiden ser mejor. Te pido que este Camino que estoy realizando me ayude a poner mi confianza en Ti para superarlas y seguirte con fidelidad. Te lo suplico por la Pasión, Muerte y Resurrección de tu Hijo Jesucristo y la intercesión de María y el Apóstol Santiago.

Amén.



Etapa 5

El encuentro con los otros en el Camino.


Los seres humanos estamos hechos para vivir en relación, para relacionarnos con los demás. Sin embargo, en nuestra sociedad, dominada por las prisas y la superficialidad, nuestras relaciones con los demás son en su inmensa mayoría “funcionales” y “utilitarias”.

Con frecuencia los demás son solamente un número, un cliente o hasta un estorbo. Hablamos y hablamos pero todo queda en una conversación superficial; pocas veces se entra en la profundidad, en lo que, de verdad, llevamos en nuestro interior y nos preocupa.

Por eso todos valoramos la posibilidad de tener una persona con quien podamos compartir, con sinceridad, gozos y alegrías pero también problemas y dificultades. Es bien cierto que quien tiene un buen amigo, tiene un tesoro.

Durante el Camino, los peregrinos se encuentran con mucha gente que les atienden con generosidad y con otros peregrinos que, quizá, pertenecen a otra cultura, a otras confesiones religiosas. Es una buena ocasión para que, desde la aceptación mutua, se pueda establecer una relación y un diálogo en el que brote un clima que favorece el intercambio de experiencias, de situaciones de vida que, quizá, no se dan en la vida normal de cada día.

Por eso no es de extrañar que este modo nuevo de encontrarse y relacionarse con los otros en el Camino deje tan profunda huella en los peregrinos. En definitiva, todas esas relaciones son expresión clara del amor y caridad cristiana.


Lectura Bíblica - Mateo 25, 31-46

“Dijo el Señor: Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme. Entonces le responderán: Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte? Y el Señor les dirá: En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”.


Lectura Bíblica - Juan 15, 12

“Éste es mi mandamiento: amaos unos a otros como yo os he amado”.


Lectura Bíblica - 1 Corintios 13, 4-7

“El amor es paciente, es amable, el amor no es vanidoso, no es orgulloso, no busca su interés, no se irrita, no apunta las ofensas, no se alegra de la injusticia, se alegra de la verdad. Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.


Comentario

Jesús nos enseñó muchas cosas y todas muy importantes. Sin embargo, siempre puso como exigencia máxima el amor. Para Él amar a Dios y al prójimo era el signo más claro de una vida auténticamente cristiana y de ser verdadero discípulo suyo. Tanto insistió en el amor que unió esos dos amores: a Dios y a los hermanos. Y nos pide que nos amemos con el mismo amor con que Él nos amó ya que todo lo que hacemos a los otros es hacérselo a Él mismo. Y, sobre todo, será lo que Él querrá encontrar en nosotros cuando lleguemos a su presencia.


Testimonio del Apóstol Santiago

El Apóstol, que escuchó directamente estos consejos, fue comprendiendo lo importantes que eran en el programa de Jesús. A pesar de que su carácter era fogoso, ya que a él y a su hermano Juan le llamaban “hijos del trueno”, supo moderar ese carácter y fue incorporando ese amor en su forma de ser, en su manera de vivir. Así fue entregando su vida por amor a Jesús y a los demás.


Para reflexionar


a) ¿Qué experiencia tienes al encontrarte con los otros y con los peregrinos? ¿Qué valoras más?

b) ¿Qué te sugieren los textos bíblicos? ¿Qué prevalece más en tu vida: el egoísmo o la amistad y solidaridad?

c) Este modo de relacionarse con los otros en el camino ¿es posible vivirlo en tu ambiente de vida? ¿Qué puedes hacer para alcanzarlo?


Oración


¡Padre Dios! Muchas veces mi vida está llena de egoísmos e individualismos que hacen sufrir a los demás. Te pido que este Camino que ahora estoy recorriendo me ayude a abrir mi corazón al amor y la solidaridad hacia todos mis hermanos. Te lo suplico por la Pasión, Muerte y Resurrección de tu Hijo Jesucristo y la intercesión de María y el Apóstol Santiago.

Amén.



Etapa 6

Ábrete al otro: Dios.


En nuestra cultura occidental tan secularizada suele afirmarse que la palabra “Dios” carece ya de significación real, es una voz sin sentido que no afecta para nada a muchos de los ciudadanos en nuestra sociedad.

Se propugna que, dados los grandes avances de la ciencia y la técnica, los seres humanos ya no necesitamos a Dios. Es más, hay algunos que afirman que la realidad Dios y la religión son un estorbo para el avance y progreso de las sociedades modernas.

Por eso tratan de vaciar de sentido religioso las realidades humanas, de negar todo sentido trascendente en la vida o, como mucho, que esa religiosidad quede relegada a la intimidad de cada persona.

Algunas personas se construyen unas imágenes de Dios que son totalmente falsas pues no responden al Dios Padre, lleno de amor, que nos presenta la Biblia.

Sin embargo, todas estas teorías no responden a la realidad íntima de las personas. La mayoría de las veces lo que hacen es dejar un vacío en el corazón que no se llena con nada pues sólo Dios puede llenar, de verdad, el corazón humano. Ya San Agustín decía: “Señor, nos hiciste para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”.

A lo largo del Camino muchos peregrinos se han planteado este tema, se han hecho la pregunta ¿Qué significa Dios en mi vida? Para algunos fue la ocasión de encontrar el auténtico rostro de Dios y el sentido religioso de su vida.


Lectura Bíblica - Isaías 49, 15

“Acaso una madre puede olvidarse de su criatura... pues, aunque ella se olvide, yo no me olvidaré de ti”.


Lectura Bíblica - Romanos 8, 15

Recibisteis el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace exclamar: ¡Abba! ¡Padre!”.


Lectura Bíblica - 1 Juan 3, 1

“Ved qué grande amor nos ha mostrado el Padre: que no solamente nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos”.


Lectura Bíblica - 1 Juan 4, 8-9

“Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que envió a su Hijo único para que vivamos por medio de Él”.


Lectura Bíblica - Juan 14, 9

“El que me ve a Mí, ve al Padre”.


Comentario

Algunos se imaginan a Dios como alguien lejano, insensible a los problemas de la humanidad. Sin embargo, el Dios del que nos habla Jesús es un Dios Padre que nos ama y comprende, que nos conoce y acompaña, que nos escucha y perdona, que nos ampara, protege y salva.


Testimonio del Apóstol Santiago

El Apóstol Santiago, de formación judía, quizá tuvo que superar algunas concepciones de Dios que estaban presentes en las tradiciones judías. Pero el Apóstol supo aceptar e interiorizar esa imagen de Dios que Jesús le presentaba. Es más, comprendió que en aquel Jesús, que era el Hijo de Dios, se estaba manifestando el mismo Dios. Así entendió muy bien aquella frase de Jesús “el Padre y yo somos la misma cosa”. Por eso le amó y se entregó a Él con todo su corazón.


Para reflexionar


a) ¿La palabra “Dios” te dice algo, significa algo para ti? Muchos han prescindido de Dios en su vida, ¿te identificas con esta postura?

b) Dios, a través de Jesús, se manifestó a los apóstoles. ¿Le has sentido presente en algún momento de tu vida? ¿En qué lo notas? ¿Qué te dice y qué le dices?

c) ¿Crees que Dios debiera ocupar un papel más importante en tu vida? ¿Cómo podrías conseguirlo?


Oración


¡Padre Dios! Reconozco que, muchas veces, te tengo olvidado en mi vida y apenas me acuerdo de Ti. Te pido que este Camino que estoy haciendo me ayude a descubrirte en mi interior y vivir más cerca de Ti con la confianza de que Tú siempre me acompañas. Te lo suplico por la Pasión, Muerte y Resurrección de tu Hijo Jesucristo y la intercesión de María y el Apóstol Santiago.

Amén.



Etapa 7

En busca de la Fe perdida o adormecida.


Es verdad que en nuestras sociedades occidentales la increencia y alejamiento de la fe están muy extendidos.

Algunos, por circunstancias muy diversas, manifiestan que han perdido la fe y ya no significa nada en su vida. Preocupados por sus intereses humanos y económicos o con motivo de problemas surgidos en su vida, su fe se fue debilitando poco a poco hasta desaparecer.

Y hay otros, quizá la mayoría, que continúan afirmando que son creyentes pero manifiestan, al mismo tiempo, no ser practicantes, no participar en la Eucaristía dominical y demás celebraciones de la fe.

También se constata en nuestra sociedad la presencia de diversas confesiones religiosas.

Se produce asimismo una ruptura entre lo que se afirma y lo que después se vive. La fe se queda en algo superficial o que sólo sirve para algunas ocasiones: bautismos, primeras comuniones, bodas, etc. Cada uno va configurando su fe según su parecer o necesidades personales.

Sin embargo, ninguna sociedad, ni siquiera la nuestra tan secularizada, puede prescindir absolutamente del Misterio. Hay momentos, acontecimientos y situaciones en la vida que hacen aflorar en no pocos la nostalgia y añoranza de la fe perdida. Entonces, entran en su interior y se dan cuenta que en ellos no se apagó la sed de Dios.

El Camino de Santiago fue, para muchos, esa ocasión que les permitió encontrar o renovar su fe perdida o adormecida.


Lectura Bíblica - 2a Timoteo 4, 3-4

“Llegará un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que, siguiendo sus pasiones, se rodearán de maestros que les halaguen los oídos. No dando oídos a la verdad, se volverán a las fábulas”.


Lectura Bíblica - Juan 3, 16

Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único para que quien crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna”.


Lectura Bíblica - 1 Juan 5, 10-13

“Quien cree en el Hijo de Dios posee el testimonio. Y el testimonio declara que Dios nos ha dado vida eterna y que esta vida está en el Hijo. Quien acepta al Hijo posee la vida. Os escribo esto a los que creéis en la persona del Hijo de Dios para que sepáis que poseéis vida eterna”.


Lectura Bíblica - Judas 1, 20-21

“Edificad vuestra existencia sobre la fe, orad movidos por el Espíritu Santo, manteneos en el amor de Dios, esperad de la misericordia de nuestro Señor Jesucristo la vida eterna”.


Comentario

Ante las palabras de Jesús muchos lo aceptaron, otros le negaron y muchos se manifestaron indiferentes. Pero también hubo quienes tuvieron fe en Él, le creyeron y siguieron. Hoy pasa lo mismo ante la fe en Jesús. Algunos tuvieron fe y la perdieron, otros se mantienen indiferentes y también hay quien permanece fiel en sus creencias cristianas.

La Biblia nos presenta a Jesús como el enviado de Dios y nos invita siempre a depositar nuestra fe en Él como camino para encontrar el auténtico sentido para la vida. Quien se fía de Él encuentra seguridad y paz en su interior.


Testimonio del Apóstol Santiago

En su relación con Jesús, el Apóstol Santiago se mantuvo siempre fiel. A veces, es cierto, tuvo algunas dudas o no entendió claramente el proyecto de Jesús cuando hablaba del Reino de Dios. Sin embargo, su amor a Él le llevaba a fiarse de su Palabra totalmente. Lo había dejado todo para seguirle y, a pesar de todo, estaba convencido que sólo en Él había encontrado el verdadero sentido de su vida.


Para reflexionar


a) Piensa sobre tu vivencia de fe. ¿Ha habido altibajos? ¿Cuáles fueron las causas? ¿En qué estado se encuentra ahora?

b) ¿Cuáles son las auténticas razones en las que se afianza tu fe? ¿Das testimonio de tu fe en tu ambiente?

c) ¿Qué es lo que más te ayuda a mantenerte firme en tu fe? ¿Habría algo que mejorar?


Oración


¡Padre Dios! Tú me has regalado el don de la fe pero, muchas veces, no respondo adecuadamente y mi fe se debilita y se apaga. Te pido que este Camino que estoy recorriendo me ayude a agradecerte la fe que tengo y a mantenerla siempre viva y fuerte. Te lo suplico por la Pasión, Muerte y Resurrección de tu Hijo Jesucristo y la intercesión de María y el Apóstol Santiago.

Amén.



Novena al Apóstol Santiago

Novena a Santiago, el Mayor, día 1

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.


Dios y Señor infinitamente misericordioso, sin cuyo auxilio nada podemos, y nada valen nuestras obras, dígnate, Señor, concederme que te sea agradable este culto que deseo rendir a tu amado discípulo. No mires, Señor piadosísimo, la gravedad de mis culpas, que humildemente te confieso. Perdóname, Señor, por la pasión y muerte de tu santísimo Hijo y dulcísimo redentor mío, por las lágrimas de su purísima Madre, y por el martirio de tu Apóstol, pues de todo corazón me pesa haberte ofendido, por ser quien eres, infinitamente amable, poderoso y justo. Quisiera antes morir, que volver a ofenderte. Propongo firmemente enmendarme con tu gracia, que espero de tu misericordia, y hacer por ella todo lo posible para vivir y morir como hijo de la santa Madre Iglesia y devoto del Apóstol Santiago, y merecer alabarte con él eternamente en la Gloria. Amén.


Oh fiel discípulo del Divino Maestro Jesucristo, que mereciste que te escogiera por una de las primeras columnas de la Iglesia. ¡Oh padre y protector de todos los fieles!, aclamado seas en todas las naciones, te pido me alcances las gracias que tanto necesito. Confírmame en la fe y en el santo temor de Dios que tanto necesito. Intercede por mi ante el Todo Poderoso para que me otorgue el favor que te pido en esta novena y así tener un motivo más para darte gracias en la Gloria. Amén.


Gloriosísimo Apóstol que a la primera voz con que el Divino Maestro te llamó para discípulo suyo, resolviste prontísimamente a seguirlo, abandonando con ánimo generoso las conveniencias esperanzas del mundo por entregarte enteramente a la voluntad y servicio del Señor; infinitas gracias doy a su Majestad por ese singular beneficio que te hizo, y a ti te ensalzo por la puntualísima obediencia y fidelidad con que le haz correspondido. Bien ves cuan metido me hallo en las redes de mis pasiones, preso de mi amor propio y atado a mis temporales intereses, que me impiden seguir a Dios y atender a sus amorosos llamamientos. Alcánzame del Señor una alentada resolución como la tuya, para romper estos lazos, y desembarazarme de todos los apegos que me estorben para servir a Dios; dame una rendida atención a las divinas inspiraciones para aplicarlas y obedecerlas como tú lo hiciste. Promueve y fortalece la fe, la fidelidad y aún la felicidad temporal de la Iglesia. Para que imitándote en seguir a Cristo acá en la tierra, te acompañemos también en gozar de su vista en la Gloria. Amén.


Rezar tres Padre nuestro y tres Ave María.

Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta novena.


Dios todopoderoso y eterno que consagraste el trabajo de los apóstoles para difundir tu Palabra, te pido que me mantengas fiel a Cristo hasta el fin de los tiempos. Amén.

Novena a Santiago, el Mayor, día 2

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.


Dios y Señor infinitamente misericordioso, sin cuyo auxilio nada podemos, y nada valen nuestras obras, dígnate, Señor, concederme que te sea agradable este culto que deseo rendir a tu amado discípulo. No mires, Señor piadosísimo, la gravedad de mis culpas, que humildemente te confieso. Perdóname, Señor, por la pasión y muerte de tu santísimo Hijo y dulcísimo redentor mío, por las lágrimas de su purísima Madre, y por el martirio de tu Apóstol, pues de todo corazón me pesa haberte ofendido, por ser quien eres, infinitamente amable, poderoso y justo. Quisiera antes morir, que volver a ofenderte. Propongo firmemente enmendarme con tu gracia, que espero de tu misericordia, y hacer por ella todo lo posible para vivir y morir como hijo de la santa Madre Iglesia y devoto del Apóstol Santiago, y merecer alabarte con él eternamente en la Gloria. Amén.


Oh fiel discípulo del Divino Maestro Jesucristo, que mereciste que te escogiera por una de las primeras columnas de la Iglesia. ¡Oh padre y protector de todos los fieles!, aclamado seas en todas las naciones, te pido me alcances las gracias que tanto necesito. Confírmame en la fe y en el santo temor de Dios que tanto necesito. Intercede por mi ante el Todo Poderoso para que me otorgue el favor que te pido en esta novena y así tener un motivo más para darte gracias en la Gloria. Amén.


Invicto defensor de la fe a quien el Divino Maestro distinguió con el renombre de “hijo del trueno”, profetizando los fogosos incendios de caridad con que ibas a consumir la idolatría en las tierras a donde llevaras la luz del Evangelio, añade a ese imponderable beneficio el de alcanzarme de Dios eficaces auxilios para que yo desempeñe adecuadamente el nombre de cristiano, cumpliendo exactamente con las obligaciones que con él hemos contraído, para que en el día del juicio el Divino Pastor no nos desconozca como sus ovejas. Ayúdanos a mantenernos siempre triunfantes de enemigos visibles e invisibles, para mayor gloria de Dios, y así hacernos dignos de acompañarte en la Patria Celestial. Amén.


Rezar tres Padre nuestro y tres Ave María.

Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta novena.


Dios todopoderoso y eterno que consagraste el trabajo de los apóstoles para difundir tu Palabra, te pido que me mantengas fiel a Cristo hasta el fin de los tiempos. Amén.

Novena a Santiago, el Mayor, día 3

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.


Dios y Señor infinitamente misericordioso, sin cuyo auxilio nada podemos, y nada valen nuestras obras, dígnate, Señor, concederme que te sea agradable este culto que deseo rendir a tu amado discípulo. No mires, Señor piadosísimo, la gravedad de mis culpas, que humildemente te confieso. Perdóname, Señor, por la pasión y muerte de tu santísimo Hijo y dulcísimo redentor mío, por las lágrimas de su purísima Madre, y por el martirio de tu Apóstol, pues de todo corazón me pesa haberte ofendido, por ser quien eres, infinitamente amable, poderoso y justo. Quisiera antes morir, que volver a ofenderte. Propongo firmemente enmendarme con tu gracia, que espero de tu misericordia, y hacer por ella todo lo posible para vivir y morir como hijo de la santa Madre Iglesia y devoto del Apóstol Santiago, y merecer alabarte con él eternamente en la Gloria. Amén.


Oh fiel discípulo del Divino Maestro Jesucristo, que mereciste que te escogiera por una de las primeras columnas de la Iglesia. ¡Oh padre y protector de todos los fieles!, aclamado seas en todas las naciones, te pido me alcances las gracias que tanto necesito. Confírmame en la fe y en el santo temor de Dios que tanto necesito. Intercede por mi ante el Todo Poderoso para que me otorgue el favor que te pido en esta novena y así tener un motivo más para darte gracias en la Gloria. Amén.


Dichosísimo Apóstol, que por la fiel correspondencia a los favores del Todo Poderoso Jesús, te hiciste de sus altas confianzas, y de que se acompañase de ti para las obras de su Omnipotencia, llevándote consigo para testigo de la portentosa Resurrección de la hija de Jayro, yo te suplico rendidamente por esta particular distinción, que su Majestad hizo en ti, presentes al Señor mi pobre alma, quizá muerta por la culpa, o al menos lastimosamente débil y lánguida por su tibieza, para que su infinita piedad la resucite a la vida de la gracia, la fortalezca e infunda un nuevo y vigoroso espíritu, con la que en adelante le sirva con mayor fervor y más vivo deseo de su mayor honra. Haz lo mismo con todos los infelices que están en pecado mortal, para que lleguen vivas a la presencia del Señor en la Gloria. Amén.


Rezar tres Padre nuestro y tres Ave María.

Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta novena.


Dios todopoderoso y eterno que consagraste el trabajo de los apóstoles para difundir tu Palabra, te pido que me mantengas fiel a Cristo hasta el fin de los tiempos. Amén.

Novena a Santiago, el Mayor, día 4

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.


Dios y Señor infinitamente misericordioso, sin cuyo auxilio nada podemos, y nada valen nuestras obras, dígnate, Señor, concederme que te sea agradable este culto que deseo rendir a tu amado discípulo. No mires, Señor piadosísimo, la gravedad de mis culpas, que humildemente te confieso. Perdóname, Señor, por la pasión y muerte de tu santísimo Hijo y dulcísimo redentor mío, por las lágrimas de su purísima Madre, y por el martirio de tu Apóstol, pues de todo corazón me pesa haberte ofendido, por ser quien eres, infinitamente amable, poderoso y justo. Quisiera antes morir, que volver a ofenderte. Propongo firmemente enmendarme con tu gracia, que espero de tu misericordia, y hacer por ella todo lo posible para vivir y morir como hijo de la santa Madre Iglesia y devoto del Apóstol Santiago, y merecer alabarte con él eternamente en la Gloria. Amén.


Oh fiel discípulo del Divino Maestro Jesucristo, que mereciste que te escogiera por una de las primeras columnas de la Iglesia. ¡Oh padre y protector de todos los fieles!, aclamado seas en todas las naciones, te pido me alcances las gracias que tanto necesito. Confírmame en la fe y en el santo temor de Dios que tanto necesito. Intercede por mi ante el Todo Poderoso para que me otorgue el favor que te pido en esta novena y así tener un motivo más para darte gracias en la Gloria. Amén.


Dilectísimo Ministro de la Majestad Suprema de Dios, y tan favorecido del Soberano Jesús, que no quiso en la tierra manifestar la Gloria de su maravillosa Transfiguración, sin que fueras participante de ella, yo te suplico encarecidamente por aquel gozo, que tuviste en el Tabor, cuando viste en él reducida a un breve mapa la bienaventuranza eterna, que así como para subir a la cumbre, en que mereciste gozarla, te confundiste con la abnegación de ti mismo, el desprecio del mundo y una rendida obediencia a los preceptos de Jesucristo, por los mismos medios me disponga a recibir del Señor una luz, con que mas claramente conozca y contemple en esta vida sus perfecciones y altísimos atributos, para que cada vez más y más enamorado de aquella incomprensible hermosura, desprecie por ella todas cuantas delicias me pueda ofrecer la tierra, y ponga todos mis cuidados en conseguir las del cielo. Amén.


Rezar tres Padre nuestro y tres Ave María.

Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta novena.


Dios todopoderoso y eterno que consagraste el trabajo de los apóstoles para difundir tu Palabra, te pido que me mantengas fiel a Cristo hasta el fin de los tiempos. Amén.

Novena a Santiago, el Mayor, día 5

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.


Dios y Señor infinitamente misericordioso, sin cuyo auxilio nada podemos, y nada valen nuestras obras, dígnate, Señor, concederme que te sea agradable este culto que deseo rendir a tu amado discípulo. No mires, Señor piadosísimo, la gravedad de mis culpas, que humildemente te confieso. Perdóname, Señor, por la pasión y muerte de tu santísimo Hijo y dulcísimo redentor mío, por las lágrimas de su purísima Madre, y por el martirio de tu Apóstol, pues de todo corazón me pesa haberte ofendido, por ser quien eres, infinitamente amable, poderoso y justo. Quisiera antes morir, que volver a ofenderte. Propongo firmemente enmendarme con tu gracia, que espero de tu misericordia, y hacer por ella todo lo posible para vivir y morir como hijo de la santa Madre Iglesia y devoto del Apóstol Santiago, y merecer alabarte con él eternamente en la Gloria. Amén.


Oh fiel discípulo del Divino Maestro Jesucristo, que mereciste que te escogiera por una de las primeras columnas de la Iglesia. ¡Oh padre y protector de todos los fieles!, aclamado seas en todas las naciones, te pido me alcances las gracias que tanto necesito. Confírmame en la fe y en el santo temor de Dios que tanto necesito. Intercede por mi ante el Todo Poderoso para que me otorgue el favor que te pido en esta novena y así tener un motivo más para darte gracias en la Gloria. Amén.


Benignísimo Apóstol y amado del salvador del mundo, que no quiso apartarte de su lado en las agonías que padeció en el huerto, y le debiste la dulce piedad de disimular que estuvieras durmiendo mientras su Majestad, desangrándose en sudor copioso, estaba orando; yo te suplico humildemente, que así como tú, recobrado de aquel sueño supiste pagar al Señor aquel descanso con las fatigas, desvelos y sudores de tu apostólico ministerio, hasta dar la vida por Él, que la había dado por ti, así yo, considerando la gran pérdida de tiempo que diariamente hago al estar dormido para el cuidado de mi alma y demasiadamente despierto para las cosas del mundo, abra desde ahora los ojos, para ver con ellos cuan lejos voy del camino que el Maestro nos ha enseñado y conciba un propósito eficacísimo de desvelarme más por mi salvación y no perdonarme fatiga, ni sudor alguno, que me conduzca hacia el bien espiritual de mi alma y así merecer contigo el eterno descanso. Amén.


Rezar tres Padre nuestro y tres Ave María.

Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta novena.


Dios todopoderoso y eterno que consagraste el trabajo de los apóstoles para difundir tu Palabra, te pido que me mantengas fiel a Cristo hasta el fin de los tiempos. Amén.

Novena a Santiago, el Mayor, día 6

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.


Dios y Señor infinitamente misericordioso, sin cuyo auxilio nada podemos, y nada valen nuestras obras, dígnate, Señor, concederme que te sea agradable este culto que deseo rendir a tu amado discípulo. No mires, Señor piadosísimo, la gravedad de mis culpas, que humildemente te confieso. Perdóname, Señor, por la pasión y muerte de tu santísimo Hijo y dulcísimo redentor mío, por las lágrimas de su purísima Madre, y por el martirio de tu Apóstol, pues de todo corazón me pesa haberte ofendido, por ser quien eres, infinitamente amable, poderoso y justo. Quisiera antes morir, que volver a ofenderte. Propongo firmemente enmendarme con tu gracia, que espero de tu misericordia, y hacer por ella todo lo posible para vivir y morir como hijo de la santa Madre Iglesia y devoto del Apóstol Santiago, y merecer alabarte con él eternamente en la Gloria. Amén.


Oh fiel discípulo del Divino Maestro Jesucristo, que mereciste que te escogiera por una de las primeras columnas de la Iglesia. ¡Oh padre y protector de todos los fieles!, aclamado seas en todas las naciones, te pido me alcances las gracias que tanto necesito. Confírmame en la fe y en el santo temor de Dios que tanto necesito. Intercede por mi ante el Todo Poderoso para que me otorgue el favor que te pido en esta novena y así tener un motivo más para darte gracias en la Gloria. Amén.


Esforzadísimo campeón de la santa Madre Iglesia, te suplico rendidamente, que así como supiste plantar en tierras lejanas la verdadera religión de Jesucristo, cuides de conservarla en mí y en tantos otros que sinceramente buscan conocer la única Verdad. No ignoras, santo mío, que en mí, y quizá en muchísimos, está muy apagada (o como muerta) la Fe, por falta de obras dignas del carácter de legítimos hijos de Dios. Saca la espada contra nuestros rebeldes apetitos que nos tienen en cruel cautiverio. Rescátanos de la mísera esclavitud de nuestras pasiones, bárbaramente dominantes. Alcánzanos, del Divino Maestro, una nueva conversión, para que la penitencia y el continuo ejercicio de las virtudes nos acrediten ser dignos miembros de la Militante, y en el futuro, de la Triunfante Iglesia. Amén.


Rezar tres Padre nuestro y tres Ave María.

Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta novena.


Dios todopoderoso y eterno que consagraste el trabajo de los apóstoles para difundir tu Palabra, te pido que me mantengas fiel a Cristo hasta el fin de los tiempos. Amén.

Novena a Santiago, el Mayor, día 7

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.


Dios y Señor infinitamente misericordioso, sin cuyo auxilio nada podemos, y nada valen nuestras obras, dígnate, Señor, concederme que te sea agradable este culto que deseo rendir a tu amado discípulo. No mires, Señor piadosísimo, la gravedad de mis culpas, que humildemente te confieso. Perdóname, Señor, por la pasión y muerte de tu santísimo Hijo y dulcísimo redentor mío, por las lágrimas de su purísima Madre, y por el martirio de tu Apóstol, pues de todo corazón me pesa haberte ofendido, por ser quien eres, infinitamente amable, poderoso y justo. Quisiera antes morir, que volver a ofenderte. Propongo firmemente enmendarme con tu gracia, que espero de tu misericordia, y hacer por ella todo lo posible para vivir y morir como hijo de la santa Madre Iglesia y devoto del Apóstol Santiago, y merecer alabarte con él eternamente en la Gloria. Amén.


Oh fiel discípulo del Divino Maestro Jesucristo, que mereciste que te escogiera por una de las primeras columnas de la Iglesia. ¡Oh padre y protector de todos los fieles!, aclamado seas en todas las naciones, te pido me alcances las gracias que tanto necesito. Confírmame en la fe y en el santo temor de Dios que tanto necesito. Intercede por mi ante el Todo Poderoso para que me otorgue el favor que te pido en esta novena y así tener un motivo más para darte gracias en la Gloria. Amén.


Afortunadísimo apóstol, tan favorecido por la Reina del Cielo, María Santísima, que mereciste, estando aún ella en esta vida, viniera desde Jerusalén a visitarte, fortalecerte y significarte, que era gusto de Dios, y suyo, le erigieras en Zaragoza un templo, que fue el primero, que en el orbe cristiano se vio consagrado a la verdadera y única Deidad y a la que le dio el humano ser, yo te suplico, por el mérito y el consuelo que tuviste al ejecutar tan dulce y tan hermoso precepto, consagres también mi corazón en templo de María Santísima, y le hagas firmísima columna, sobre la cual esté siempre dignamente colocada y servida de mis potencias y sentidos, como amabilísima Madre y poderosísima Señora. Haced (tiernísimo devoto de esta gran Reina) que todos te imitemos en amarla y en servirla, para que así como se dignó visitarte en vida, así en ella, y en la hora de nuestra muerte nos visite y asista hasta ponernos seguros en la Gloria. Amén.


Rezar tres Padre nuestro y tres Ave María.

Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta novena.


Dios todopoderoso y eterno que consagraste el trabajo de los apóstoles para difundir tu Palabra, te pido que me mantengas fiel a Cristo hasta el fin de los tiempos. Amén.

Novena a Santiago, el Mayor, día 8

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.


Dios y Señor infinitamente misericordioso, sin cuyo auxilio nada podemos, y nada valen nuestras obras, dígnate, Señor, concederme que te sea agradable este culto que deseo rendir a tu amado discípulo. No mires, Señor piadosísimo, la gravedad de mis culpas, que humildemente te confieso. Perdóname, Señor, por la pasión y muerte de tu santísimo Hijo y dulcísimo redentor mío, por las lágrimas de su purísima Madre, y por el martirio de tu Apóstol, pues de todo corazón me pesa haberte ofendido, por ser quien eres, infinitamente amable, poderoso y justo. Quisiera antes morir, que volver a ofenderte. Propongo firmemente enmendarme con tu gracia, que espero de tu misericordia, y hacer por ella todo lo posible para vivir y morir como hijo de la santa Madre Iglesia y devoto del Apóstol Santiago, y merecer alabarte con él eternamente en la Gloria. Amén.


Oh fiel discípulo del Divino Maestro Jesucristo, que mereciste que te escogiera por una de las primeras columnas de la Iglesia. ¡Oh padre y protector de todos los fieles!, aclamado seas en todas las naciones, te pido me alcances las gracias que tanto necesito. Confírmame en la fe y en el santo temor de Dios que tanto necesito. Intercede por mi ante el Todo Poderoso para que me otorgue el favor que te pido en esta novena y así tener un motivo más para darte gracias en la Gloria. Amén.


Constantísimo soldado de Jesucristo, que por servirle leal y valerosamente, no sosegaste hasta derramar gustosamente tu sangre, y rendir por Él tu cabeza al cuchillo, yo te agradezco y alabo por esa heroica constancia, y te suplico rendidamente interceder la entereza que necesito, para estar pronto a perder antes mil vidas que faltar a la fidelidad que le debo a mi Dios y Creador. Ve, santo mío, que en mi alma, y en la de tantos otros, hay mucho que sanar y convertir. Alcánzanos, del Divino Maestro, la salvación y conversión. Alienta y conforta nuestro espíritu para que sepa resistir firmemente los combates con el enemigo, y perder cuanto sea necesario, honra, hacienda y vida, antes que perder la gracia, perseverando siempre en ella, hasta poseer la Gloria. Amén.


Rezar tres Padre nuestro y tres Ave María.

Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta novena.


Dios todopoderoso y eterno que consagraste el trabajo de los apóstoles para difundir tu Palabra, te pido que me mantengas fiel a Cristo hasta el fin de los tiempos. Amén.

Novena a Santiago, el Mayor, día 9

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.


Dios y Señor infinitamente misericordioso, sin cuyo auxilio nada podemos, y nada valen nuestras obras, dígnate, Señor, concederme que te sea agradable este culto que deseo rendir a tu amado discípulo. No mires, Señor piadosísimo, la gravedad de mis culpas, que humildemente te confieso. Perdóname, Señor, por la pasión y muerte de tu santísimo Hijo y dulcísimo redentor mío, por las lágrimas de su purísima Madre, y por el martirio de tu Apóstol, pues de todo corazón me pesa haberte ofendido, por ser quien eres, infinitamente amable, poderoso y justo. Quisiera antes morir, que volver a ofenderte. Propongo firmemente enmendarme con tu gracia, que espero de tu misericordia, y hacer por ella todo lo posible para vivir y morir como hijo de la santa Madre Iglesia y devoto del Apóstol Santiago, y merecer alabarte con él eternamente en la Gloria. Amén.


Oh fiel discípulo del Divino Maestro Jesucristo, que mereciste que te escogiera por una de las primeras columnas de la Iglesia. ¡Oh padre y protector de todos los fieles!, aclamado seas en todas las naciones, te pido me alcances las gracias que tanto necesito. Confírmame en la fe y en el santo temor de Dios que tanto necesito. Intercede por mi ante el Todo Poderoso para que me otorgue el favor que te pido en esta novena y así tener un motivo más para darte gracias en la Gloria. Amén.


Suavísimo bienhechor, por tu intercesión y protección alcánzame de Dios Padre de las Misericordias, el perdón de los muchos delitos con que lo he ofendido, alcánzame la gracia de que el maligno enemigo no tenga más poder sobre mi, los dones que nos sean necesarios para vencer nuestras pasiones. Ayúdame para que te imite en los méritos dignos de premio eterno, para que solicite la honra que tuviste de servirle en la tierra, y así gozarle contigo y los demás bienaventurados en la gloria. Amén.


Rezar tres Padre nuestro y tres Ave María.

Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta novena.


Dios todopoderoso y eterno que consagraste el trabajo de los apóstoles para difundir tu Palabra, te pido que me mantengas fiel a Cristo hasta el fin de los tiempos. Amén.